DE LA POTESTAD DE LAS LLAVES
¿Qué es la potestad de las llaves?
La potestad de las llaves es el singular poder eclesiástico, que Cristo dio a su iglesia en la tierra, de perdonar los pecados a los arrepentidos, pero de retener aquellos, mientras no se arrepientan.
¿Dónde está escrito esto?
Nuestro Señor Jesucristo dice a Pedro, según el evangelio de Mateo, capítulo dieciséis:
A ti te daré las llaves del reino de los cielos: y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
El evangelista Juan, en el capítulo veinte, escribe:
El Señor Jesucristo sopló a sus discípulos y les dijo: Tomad el Espíritu Santo. A los que remitiereis los pecados, les son remitidos; a quienes los retuviereis, les serán retenidos.
DE LA CONFESIÓN
¿Qué es la confesión?
La confesión contiene dos partes: La primera es la confesión de los pecados, y la segunda, el recibir la absolución del confesor como de Dios mismo, no dudando, sino creyendo firmemente que por ella los pecados son perdonados ante Dios en el cielo.
¿Qué pecados hay que confesar?
Ante Dios uno debe tenerse por culpable de todos los pecados, aún de aquellos que ignoramos, como ya lo hacemos al decir el Padrenuestro. Pero ante el pastor confesamos solamente los pecados que conocemos y sentimos en nuestro corazón.
¿Cuáles son tales pecados?
Considera tu estado con respecto a los Diez Mandamientos, seas padre o madre, hijo o hija, señor o señora o servidor; mira si has sido desobediente, infiel, perezoso, airado, insolente, reñidor; si de palabra u obra hiciste sufrir a otro; si hurtaste, fuiste negligente o derrochador o causaste algún otro daño.
LA ORACIÓN DE LA CONFESIÓN
Dios todopoderoso, padre misericordioso, yo, hombre miserable e indigno, te confieso todos mis pecados e iniquidades, que he cometido en pensamiento, palabras y obras; con los cuales te he ofendido y merecido las penas temporales y eternas; pero me duele y me arrepiento de ellos, y te pido humildísimamente perdón por tu misericordia infinita y por el santo sacrificio de la muerte inocente de tu querido hijo, nuestro Señor Jesucristo, que perdones todos los pecados a mí pobre y perverso, por tu misericordia y clemencia y me concedas para mejorarme la fuerza de tu Espíritu Santo. Amén.
PALABRAS FINALES DE LUTERO
Aunque soy viejo doctor en la Sagrada Escritura no he podido salir de la doctrina infantil, ni alcanzo a entender del todo los diez mandamientos, el Credo, ni el Padre Nuestro; y no podré terminar nunca de estudiarlos. Pero sigo aprendiendo diariamente de ellos y rezo el catecismo con mi hijo Juan y mi hijita Magdalena.