
Lucas Cranach el Viejo (1472-1553) fue un artista plástico amigo y seguidor de Martín Lutero. Sus obras ayudaron a difundir las ideas de la Reforma, produciendo un arte diferente al católico en cuanto a su función y simbolismo.
Para Lutero, las imágenes deben ilustrar la palabra, no reemplazarla, y son una herramienta creativa que debe ayudar al creyente en la correcta comprensión de la Biblia. La Reforma luterana desacraliza la imagen religiosa; no la suprime, sino que le da un lugar distinto al que tenía en el catolicismo. Ésta pasa a cumplir sobre todo una función pedagógica, de formación cristiana.
En esa línea de pensamiento, en 1529 Cranach realiza en estrecha colaboración con Lutero la obra titulada Ley y Gracia (en alemán Gesetz und Gnade). La imagen está dividida en dos secciones, izquierda y derecha. En la sección izquierda podemos ver varias figuras:
- Moisés en el monte Sinaí recibiendo las Tablas de la Ley.
- Adán y Eva siendo tentados.
- El cuerpo de un hombre muerto en una fosa abierta.
- El mismo hombre con manos entrelazadas en oración, a quien Moisés le indica mirar a la sección derecha de la pintura.
Esta sección del cuadro señala que los pecados del hombre se hallan ligados a su condición humana. La ley entregada por Dios a Moisés permite al creyente confrontarse con sus pecados.
En la Sección derecha del cuadro nos encontramos con:
- Jesús Niño, cargando la Cruz, descendiendo hacia María.
- Jesús crucificado.
- Cristo resucitado.
- Juan el Bautista señalando al hombre en la mitad del cuadro el Cordero de Dios.
Hay un paralelo entre la figura de Moisés recibiendo las Tablas de la Ley en la sección izquierda del cuadro, y la de la virgen María, que recibe al niño Jesús en la derecha.
El otro paralelo que puede verse es el de Cristo Resucitado, que ha vencido a la muerte, y el hombre muerto en la fosa.
Juan el Bautista aparece orientando al hombre -la humanidad- a quien Moisés indicaba antes mirar a la sección derecha del cuadro. Un detalle: mientras el dedo de Moisés apunta a Jesús crucificado, Juan el Bautista señala el cordero de Dios. El hombre, que se encuentra ubicado entre las dos secciones, gira su cabeza ante la invitación a abrirse a la Gracia de Dios.
Un árbol divide el cuadro en sus dos secciones pero sin separarlas, ya que hay una continuidad en la imagen. A la izquierda podemos ver que está seco, y a la derecha tiene retoños. La ley por sí sola no trae la Salvación, y es necesaria la Gracia que nos anuncia el Evangelio, representado en la sección derecha, donde el árbol de la Vida renace y muestra un tiempo nuevo.
Ley y Gracia muestra a Dios como un juez que juzga y condena a la humanidad por sus pecados, pero también es un padre misericordioso que trae la Gracia y la promesa de Salvación a los creyentes a través de su hijo Jesucristo.
Hay otros elementos y detalles en el cuadro que no hemos mencionado, como la Jerusalén celestial contrapuesta al campamento del pueblo de Israel atacado por serpientes. Podría hacerse un análisis más extenso y profundo, adoptando también otras perspectivas, pero basta lo señalado hasta aquí para dar cuenta de la enorme riqueza conceptual y simbólica que encierra esta importante obra, como un primer paso para comenzar a apreciarla y comprender sus significados.
Paralelismos importantísimos. Muy pedagógica la pintura.